Las comunidades de práctica son una herramienta cada vez más popular en el desarrollo profesional y especialmente importantes para la transmisión de conocimiento cuando el acceso a Internet es difícil.

Quizás haya oído hablar de ellas y no sepa exactamente qué son y cómo le pueden ser útiles. Una de las definiciones más extendidas sobre comunidades de práctica es la que dio Etienne Wenger, un experto en el área de las teorías de la educación. Las definió como “grupos de personas que se mantienen unidos por un objetivo común y el deseo de compartir experiencias, conocimientos y mejores prácticas dentro de un tema o disciplina”.

Cinco consejos útiles para que una comunidad de práctica sea realmente efectiva.

1 Definir bien el objetivo de la comunidad

En una primera etapa  o etapa de diseño de una comunidad de práctica es fundamental definir y acordar el tema y propósito de la misma, el tipo de participantes, así como su estrategia o plan de acción y qué medios y herramientas de comunicación se utilizarán para darle vida.

2 No sobredimensionar el componente tecnológico

Uno de los errores más frecuentes en el diseño de las comunidades es el sobredimensionamiento del componente tecnológico sin haber tenido en cuenta los elementos definidos en la etapa de diseño.

Al pensar en comunidades de práctica, cometemos el error de pensar apenas en comunidades virtuales, y diseñamos modernas plataformas tecnológicas que puedan articular todo tipo de interacción entre los miembros, encontrándonos que muchas veces los foros permanecen vacíos y no existe ningún intercambio de conocimiento entre sus miembros.

Existen numerosos ejemplos de cómo el intercambio de conocimiento se produce en contextos de ausencia de tecnología. En 2004 los habitantes de la pequeña isla de Simeulue en Indonesia sobrevivieron al tsunami que azotó esa región gracias a que todos sus miembros han compartido por generaciones cómo identificar las señales previas al fenómeno, y se situaron en las zonas más elevadas de la isla.

Lo cierto es que las herramientas tecnológicas son útiles cuando se adecuan a los participantes que las deben usar, y la comunidad ya es un grupo humano en el que existen lazos de confianza suficientemente fuertes como para que los participantes quieran intercambiar opiniones.

3 Las personas que lo componen son lo más importante

El éxito de una comunidad de práctica siempre dependerá en gran medida de sus participantes (de su interés común en un tema, su capacidad crítica, y de la confianza y la credibilidad que exista entre ellos) y de la facilitación que se realice (el saber cómo dirigir la comunidad, tener capacidad de convocatoria, y realizar actividades que permitan el dinamismo de la comunidad).

4 Establecer alianzas

Además de una metodología para compartir conocimiento, las comunidades son excelentes herramientas para crear alianzas entre individuos e instituciones. Representan un buen mecanismo para la identificación de prioridades estratégicas en el seno de una misma organización permitiendo una mejor coordinación, así como facilitan la colaboración entre instituciones que persiguen un mismo objetivo o meta.

5 Redefinir los objetivos cuando se cumplan algunos hitos

Una comunidad de práctica es una herramienta dinámica y por lo tanto debe adaptarse a los objetivos e intereses de los miembros que la componen. Es muy posible que, pasado un tiempo, los objetivos iniciales se hayan cumplido y por tanto es importante definir nuevos propósitos y estrategias para que la comunidad de práctica continúe siendo atractiva para sus miembros y no desparezca.

Realmente no hay una única receta para que una comunidad de práctica sea exitosa: Cada contexto y cada grupo exigen acercamientos distintos.

 

Disponible en: http://blogs.iadb.org/abierto-al-publico/2014/05/15/5-consejos-utiles-para-el-exito-de-una-comunidad-de-practica/