Carón y su equipo de investigaciónInvestigadores del IMBECU observaron que un adecuado consumo de leche materna durante el periodo de lactancia reduce la posibilidad de contraer cáncer de mama en la adultez. Actualmente, estudian los cambios epigenéticos que producirían esta protección.

Son archiconocidos los beneficios del consumo de leche materna durante la primera infancia. La leche de la madre es un alimento invaluable por su aporte psicológico, inmunológico y nutricional, contiene anticuerpos que protegen al bebé de un sinnúmero de enfermedades, no presenta riesgos de contaminación y favorece el vínculo entre los sujetos que interaccionan.

Un grupo de investigadores y becarios del Laboratorio de Hormonas y Biología del Cáncer del Instituto de Biología Experimental de Cuyo (IMBECU-CONICET), estudió la relación entre la ingesta de este alimento en la infancia y su incidencia en la formación de tumores mamarios durante la vida adulta. Como resultado de su trabajo en modelos experimentales, los científicos observaron que un consumo apropiado de leche materna durante los primeros años de desarrollo reduciría significativamente las posibilidades de contraer cáncer de mama en etapas más avanzadas de la vida.

El investigador independiente de CONICET, Rubén Carón, explica la especificidad de una de las líneas de trabajo del laboratorio: “El cáncer no es una enfermedad, son muchas. Se agrupan bajo el mismo nombre, pero es un conjunto grande de enfermedades, y cada una tiene sus características particulares. Nosotros hacemos la salvedad de que esto lo hemos estudiado en el cáncer de mama. Nuestra investigación puede ser aplicable a otros tipos de cánceres, como no”.

“En una primera aproximación hicimos un estudio epidemiológico y descubrimos que había una baja importante en la formación de tumores. Ahora estamos analizando esos tumores desde el punto de vista biológico, y la glándula mamaria desde el punto de vista epigenético, para ver cuáles son los cambios que pueden explicar esta disminución”, detalla el bioquímico.

El cáncer es una consecuencia de factores endógenos y exógenos, en otros términos, propios del sujeto o una consecuencia del ambiente que lo rodea, o al que es sometido. En este sentido Carón explica que si bien el cáncer se ha definido como un grupo de enfermedades genéticas, en las que se produce una mutación de genes, ahora el concepto se ha ampliado y la mutación de genes puede ser determinante o predisponente, pero hay otros factores que hacen que un cáncer se manifieste, o no, en una persona.

Una de las hipótesis en las que se apoya el grupo de por qué se reduce la incidencia del cáncer está basada en los cambios epigenéticos, es decir los cambios no genéticos que alteran la expresión de los genes. “Estos se producen durante toda la vida y tienen que ver con factores exógenos. La exposición a tóxicos ambientales, por ejemplo, puede llevar a un aumento en la metilación de ciertos genes, y por lo tanto, a un aumento o disminución de su expresión, lo que puede determinar una transformación tumoral”, aclara el bioquímico.

El stress, la mala alimentación, el cigarrillo, son algunas de las fuentes de cambio que pueden producir alteraciones epigenéticas en las células. Los investigadores ponen el foco de estas modificaciones en el material genético y en el impacto que éstas tendrían en la estructura de la glándula mamaria: “hay seguramente cambios epigenéticos que se producen por una apropiado consumo de leche materna que hacen que esa glándula sea más resistente. Eso explicaría, en parte, por qué se produce esta disminución en los riesgos de contraer cáncer”, asegura Carón.

La investigación analiza procesos actuales que tienen consecuencias a futuro en la vida del lactante ya que el cáncer de mama se manifiesta en general, en la mujer, alrededor de la menopausia y eso fue lo que interesó al equipo de Carón: poder ver cambios actuales que prosperarán hasta el final de la vida.
Leche, cantidad necesaria

¿Cómo saber si la cantidad de leche que el niño consume es la apropiada? Carón sostiene que es muy difícil definir, en parámetros exactos, qué cantidad de este alimento debe consumir el niño, ya que depende de su metabolismo, si tuvo una gestación a término, y de la calidad nutricional de la leche.

“Tradicionalmente había dos escuelas de pediatras: una que decía que la lactancia tenía que ser con horarios fijos para inducirle al chico un esquema de alimentación, y otra que decía que la lactancia tenía que ser a demanda o “ad libitum”. Cada vez que el chico demandara había que amamantarlo, sin importar el horario. Esa es la escuela que prosperó y es la que se parece más a nuestro modelo”, comenta el investigador.

Carón destaca la calidad nutricional de la leche materna y agrega que es fundamental la hidratación para producir una cantidad apropiada de este alimento. Asimismo, explica que la glándula mamaria tiene un “ajuste automático a la demanda”, aquellas mujeres que tienen una lactancia activa generan este producto de forma indefinida por lo que la cantidad de leche que la madre produce llega a su estado óptimo cuando el niño amamanta tantas veces como lo necesite.

“Es muy importante concientizar sobre la importancia de una lactancia completa para proteger a las futuras generaciones del cáncer de mama”, concluye el investigador.

  • Por Leonardo Fernández. CCT Mendoza. 

Sobre investigación:

  • Rubén W. Carón.  Investigador independiente, IMBECU.
  • Constanza López.  Investigadora asistente, IMBECU.
  • Virginia Pistone Creydt. Investigadora asistente, IMBECU.
  • Verónica Sasso. Becario doctoral CONICET.
  • Flavia Santiano. Becario doctoral CONICET.
  • Andrés Persia. Becario posdoctoral CONICET

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